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CRÓNICA DEL III VIAJE A POLONIA

18 al 22 de Noviembre de 2015

Teniendo aun recientes los increíbles recuerdos de nuestro viaje a París (Agosto 2015), la Coral “Discantus” de Murcia volvió a traspasar con su música y su presencia las fronteras nacionales, realizando por tercera vez en sus 21 años de vida un viaje a Polonia, en esta ocasión invitados por el European Centre of Christian Culture “Logos” de Lodz, para participar en su XIX Christian Culture Festival.

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Miércoles 18.

A las 14’30 h. en punto partió nuestro autobús desde el Plano de San Francisco de Murcia hasta el Aeropuerto de El Altet en Alicante. Íbamos bien pertrechados de prendas de abrigo para el intenso frío que pensábamos nos esperaría en Polonia, mientras en Murcia, precisamente ese día, gozábamos de una de esas jornadas primaverales con que nuestro clima nos obsequia en cualquier época del año (cabe decir que luego en Polonia nos encontramos que hacía frío, sí, pero muy llevadero y sano, y no lo que esperábamos).

Tomamos un vuelo directo y muy tranquilo hasta el Aeropuerto de Cracovia, donde una guía polaca muy dicharachera nos estaba esperando para acompañarnos hasta nuestro Hotel, en pleno centro de dicha Ciudad. La guía nos explicó las bondades de Cracovia y nos pidió una canción y, a pesar del cansancio, le cantamos “El día que me quieras”.

Una vez en el Hotel “Atrium”, ya por libre, pudimos salir prestos a aprovechar las últimas horas de servicio de cenas que quedaban en los restaurantes del centro histórico. En esta primera toma de contacto ya todos pudimos saborear y extasiarnos ante la calidad de la gastronomía polaca: sus increíbles sopas, sus tiernas carnes, sabrosas patatas, la “pivo”, el “vodka”, el “zürek”,… Todo esto, y mucho más, estuvo haciendo las delicias de todos durante este viaje. Un breve paseo nocturno nos abrió las expectativas de las bellezas de esta Ciudad “Patrimonio de la Humanidad” que pudimos conocer al día siguiente.

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Jueves 19.

Otro de los platos fuertes de cualquier viaje, como no, son los desayunos en los hoteles, amplios, suculentos y bien acompañados, ya que son el momento ideal para compartir con compañeros que quizá no veas durante el día debido a la amplia variedad de intereses existentes en los componentes de la Coral.

Este día fue, completamente libre, para poder vivir y conocer la hermosa Cracovia. Calles históricas, impresionantes y numerosas iglesias, casonas solariegas, la mítica colina de Wawel (con su Castillo y su Catedral), la sencillamente maravillosa Plaza del Mercado (con la Basílica de Santa María, joya del arte religioso europeo, y el Mercado de Paños, con sus preciosos puestos de artesanía polaca, llenos de colorido), los magníficos restaurantes, los conciertos de música clásica en las iglesias, y un larguísimo etcétera. Todo hizo que nadie se viera defraudado ante la estancia en tan acogedora e histórica Ciudad.

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El día en Cracovia concluyó recibiendo en el Hotel, a media tarde, a nuestras compañeras Viqui González y María Loba, que no pudieron venir con el resto de la Coral desde Murcia. Tras el recibimiento, un largo viaje de 4 horas en autobús nos llevó hasta el punto central de nuestro viaje, Lodz, ciudad industrial y de servicios que nos acogió durante dos noches con su Festival de la Cultura Cristiana. Tuvimos la suerte de contar en el viaje con el acompañamiento de Joanna, sobrina del Rvdo. Valdemar, sacerdote organizador de dicho Festival. Joanna hablaba perfectamente el Castellano y nos fue explicando cómo iba a transcurrir nuestra presencia en el Festival. Pudimos comprobar con gran agrado la gran organización que se preveía. Una breve parada técnica para tomar algo en carretera y llegada al Hotel Boutique de Lodz, en donde nos recogimos rápidamente para descansar de cara al día de nuestra actuación.

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Viernes 20.

La mañana fue libre para poder conocer la Ciudad de Lodz (pronunciado algo así como “guts”), hermanada oficialmente con nuestra querida Murcia. El extraño pero enigmático entorno industrial en ruinas que rodeaba a nuestro Hotel nos condujo hasta la populosa y larguísima Calle Piotrkowska, donde se mezclan preciosos edificios modernistas (ejemplo de los pasados esplendores de esta Ciudad a principios del siglo XX), con altos edificios de oficinas, “colmenas” soviéticas para vivir o edificios en decadente ruina. Esta Calle, donde se encuentra la Catedral de San Estanislao, fue el centro de todos nuestros paseos.

Al medio día la organización del Festival nos recogió a todos en nuestro Hotel para llevarnos a comer a un tranquilo restaurante de cocina polaca en el centro de Lodz, donde pasamos un rato muy agradable. Después nos llevaron a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Victoria, lugar del concierto, para poder ensayar y tomar posiciones. Tras un breve tentempié ofrecido por la organización, nos devolvieron al Hotel, para así poder descansar un poco y arreglarnos para el concierto.

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Ya de noche nos volvieron a recoger en nuestro Hotel para llevarnos al templo donde tuvo lugar el concierto. Y, como siempre nos ha ocurrido en nuestros dos viajes anteriores a Polonia, nos volvió a sorprender el tremendo interés con que los polacos acogen estos recitales de música sacra. Su gran cultura musical y su profunda religiosidad quedaron patentes, una vez más, con un público que abarrotó la amplia iglesia y que recibió con gran beneplácito nuestras interpretaciones musicales, divididas en dos partes: polifonía sacra internacional y polifonía sacra española, y que abarcaron desde el canto gregoriano hasta la música romántica y contemporánea. Al finalizar nuestro concierto, mientras sonaba una larguísima ovación del público, la organización nos obsequió a todos los coralistas con una rosa roja para cada uno y en forma de ramo para nuestro Director, Ángel. Así mismo nos repartieron diversos regalos del Festival y nosotros les entregamos un libro y un escudo de Murcia.

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A la salida, los organizadores del Festival, con el simpático sacerdote Valdemar a la cabeza, nos llevaron a la Iglesia de la Inmaculada Concepción, templo católico que este sacerdote mantiene activo para acoger especialmente a artistas creyentes de todas las disciplinas. Junto a la iglesia dispone de diversas estancias para actividades artísticas, salas de exposiciones y un pequeño teatro. Allí nos invitaron a una fantástica cena elaborada de forma casera por ellos mismos, donde no faltaron dos típicas y deliciosas sopas polacas. Al finalizar la cena nos animamos a echar unos cantes y bailes, y nos despedimos con alegría, pero al mismo tiempo con nostalgia, de tan encantadoras y acogedoras personas.

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Sábado 21.

Tras el desayuno nos despedimos de Lodz, siempre gris y lluviosa, pero de la que guardaremos un grato recuerdo. Aunque la visita oficial del viaje en este día fue a Czestochowa, hubo un grupo de compañeros que decidieron por su cuenta tomar un tren y desplazarse antes que el resto a Varsovia, Capital actual de Polonia. Incluso hubo quien cruzó la frontera y visitó Ucrania a partir de este día.

La visita al Monasterio de Jasna Gora, con el Santuario de la Virgen de Czestochowa en su interior, no dejó indiferente a nadie. La espectacularidad y monumentalidad del complejo religioso (primer lugar de peregrinación de Polonia y uno de los más multitudinarios de Europa) nos dejó a todos sorprendidos. Aunque había cientos y cientos de fieles por todos sitios, pudimos ver y venerar muy de cerca el mítico icono de la Virgen de Czestochowa, Patrona y Reina de Polonia, cuya venerable tradición dice que fue pintado por San Lucas retratando a la propia Virgen María. A sus pies, y en nombre de toda la Coral, nuestro Director ofrendó las rosas que nos habían entregado en Lodz.

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También tuvimos la suerte de visitar la deslumbrante Basílica barroca en el momento en que se estaba celebrando una solemne Misa en Latín y acompañada por el espectacular órgano. A dicho instrumento pudimos ascender, gracias a que los discantus no conocemos puertas que se nos resistan, y pudimos admirar al avezado organista en su momento de máximo esplendor en la conclusión del oficio litúrgico.

Tras las consabidas compras de recuerdos de la Virgen y el Santuario y una breve comida, emprendimos viaje de nuevo hacia Varsovia. Un espléndido hotel nos estaba aguardando y, aunque ya llegamos de noche, gracias al estupendo servicio de taxis y, ya por libre, nos dio tiempo suficiente para conocer y recorrer el encantador casco antiguo de la Capital de Polonia, otrora completamente destruido por las guerras y hoy reconstruido con inmenso gusto y fidelidad. El Castillo Real, las murallas, la Catedral de San Juan y las estrechas calles de su entorno, la Plaza Mayor, iglesias, jardines…

Todo aderezado con las últimas compras de artesanía polaca y con la última incursión en la riquísima gastronomía del lugar.

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Domingo 22.

El atraso en la hora de salida desde el Hotel de Varsovia nos permitió disfrutar con tranquilidad del suculento desayuno del mismo. Hubo quien todavía se quedó un día más en Varsovia, pero el viaje oficial partió puntual hacia un pequeño aeropuerto polaco desde donde tomamos vuelo hasta Madrid.

Pero el vuelo de regreso a España creo que nunca lo olvidaremos todos los discantus que íbamos allí… Cuando ya habíamos ocupado nuestros sitios en el avión vemos que de repente empieza a entrar una inmensa horda de polacos grandes, fuertes, robustos, con un volumen de voces desmesurado, desperdigándose por los asientos libres que quedaban en el estrecho avión. Muchos discantus nos mirábamos en la distancia como diciendo: “Dios mío, ¿qué es esto? ¡Quiero salir de aquí!”.

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Costó “Dios y ayuda” que se pudieran sentar todos en sus sitios (¡eran muy grandes!) y no se consiguió en todo el trayecto que estuvieran quietos y sin vociferar. Marina Tronitska, nuestra guapísima compañera ucraniana, estaba sentada al lado del que escribe estas líneas y, como conoce el idioma, pronto se dio cuenta que los grandones polacos estaban intentando, abiertamente, hacerle proposiciones “deshonestas”. Marina intentó despistarles diciendo que era inglesa… pero no lo consiguió. Al final, aunque les dio “calabazas”, consiguió que la trataran con mucho respeto, se rieran juntos e incluso le compraran perfume. Para el resto de la Coral se convirtió en unas tres horas anecdóticas, con un viaje muy “relajado” gracias a que el volumen de decibelios de sus voces y el nivel de alcohol que consumían iba en aumento. Se trataba de un gran grupo de amigos que venían a España a celebrar el cumpleaños de uno de ellos.

Así aterrizamos en Madrid, y, tras una parada para merendar en Honrubia, llegamos a Murcia a las 20’45 h., con la ilusión y la emoción de haber vivido y compartido un viaje que a todos nos colmó de satisfacciones.

Alejandro Romero Cabrera

Archivero-Secretario de la Coral “Discantus” de Murcia